
Danza y videocreación se combinan en un potente espectáculo contra la violencia entre jóvenes. Obra finalista en cuatro categorías de los Premios Max.
Esta propuesta escénica aborda, desde el cuerpo y la imagen, la exclusión del que es distinto, el desprecio por el sufrimiento ajeno y la destrucción emocional como forma de dominio. Una denuncia clara contra el acoso físico y psicológico, y contra la indiferencia que lo alimenta. Un grito artístico frente al bullying, cada vez más presente en nuestra sociedad.