La Casa de l’Almoina es la puerta de entrada turística a la Catedral de Palma, por lo que a veces pasa desapercibida. Y vale la pena una contemplación atenta y pausada, pues la simetría arquitectónica y decorativa de su fachada nos muestra uno de los mejores legados renacentistas de arquitectura civil de Palma. La autoría hace falta atribuirla a un tardío seguidor de Guillem Sagrera o a alguno de sus discípulos. ¿El nombre de la casa? Pues parece que se debe a la tradición de lanzar monedas a los pobres que mendigaban en la vecina puerta del templo.

Volviendo al valor arquitectónico de la casa, y si seguimos con la fachada, observaremos que un arco apuntado da acceso a la planta baja. Está bordeado por dos lucernarios cuadrados atrompetados. En la planta alta, un balcón concurrido con barandilla de hierro muy simple enmarca el conjunto.

En el interior hay dos plantas rectangulares con artesonado de plafones moldurados de gran belleza, así como restos de decoración mural geométrica en las paredes de la planta inferior, que hoy sirve de acceso al Museo Capitular. Una estrecha escalera de caracol permite subir a la planta superior, donde se encuentra instalado el Archivo Capitular y la sala de investigadores.