Poco después de la canonización de Santa Clara (1255), un grupo de monjas clarisas, procedentes de un monasterio de Tarragona, llegan a Mallorca para fundar este monasterio, que es uno de los mejores exponentes del arte medieval de la ciudad de Palma. Este convento conserva la clausura papal.

El padre Serra fue conocido en su tiempo como un hombre con grandes dotes de predicador. Y como buena muestra de ello,  en la iglesia de este convento se conserva el púlpito desde el que Junípero Serra pronunció las cuatro lecciones de la escuela seráfica, que es la única enseñanza de púlpito conocida, en el año 1744.

Santa Clara es también popular por brindar la oportunidad de adquirir producto local; las clarisas venden deliciosos dulces, elaborando también textiles de mesa creados con telas de llengos de diferentes colores.